Nadie ignora que la monarquía española está en jaque. A su
ilegitimidad de origen, se une una cada vez más inocultable falta de
justificación moral y el creciente hartazgo de una sociedad enfrentada a las
dificultades del día a día, que no comprende por qué una familia designada por
un dictador, acumula poder y tesoros sin mérito conocido.
Y no lo es por diversos motivos, entre los que destacaríamos
el de la oportunidad (antes de ratificar vía referéndum una reforma
constitucional de esta envergadura, es preciso instruir a la opinión pública en
conceptos como separación de poderes, representatividad proporcional,
democracia participativa, y otros, que desde hace siete décadas se consideran
tabú por parte del poder establecido).
Por otro lado, mientras el sistema político español esté en
manos de una oligarquía de partidos, con un ejército mediático a su alcance,
con vías de financiación virtualmente ilimitadas, opacas y ajenas a todo
control independiente mientras el Ejecutivo surja del Legislativo, y éste
renueve por tercios al Judicial; mientras no exista una Fiscalía independiente;
mientras existan tribunales de excepción (la Audiencia Nacional) cuya jurisdicción
alcance a las mismas personas que aprueban sus presupuestos; mientras el
Tribunal de Cuentas carezca de poder efectivo; mientras el Senado sea un osario
y el Consejo de Estado un cementerio; mientras permitamos que el jefe supremo
de las fuerzas armadas siga siendo alguien designado por un genocida? será muy
difícil que la ciudadanía haga valer sus derechos.
También hay mucho que hacer en el campo de la libertad de
información, antes de poder enfrentar con garantías, un debate sobre la forma
de gobierno en España. Como se ha repetido hasta la saciedad, en España, la
monarquía no ha sido capaz aún, de enfrentarse a la prueba de fuego que supone
una información libre y veraz. Hoy en día, todo cuanto rodea a los asuntos del
jefe de Estado suele estar presidido por el inconfundible hedor a propaganda
militar.
Hoy España sigue siendo un Estado en cuya cabeza se
encuentra un militar, vitalicio y hereditario, como en los más oscuros tiempos
del medievo. En España, reconocer algo tan sencillo como que monarquía y
democracia son antónimos, es motivo de escándalo. Unos salen al paso, con
aquello del pragmatismo y de los consensos necesarios otros aducen la
existencia de conceptos mixtos, como la tan cacareada "monarquía
parlamentaria", paradigma de la contradicción en términos que vendría a
ser algo así como una "democracia relativa" encabezada por un
militar, no lo olvidemos.
Lo más probable es que la monarquía española se venga abajo,
cuando el partido conservador se atreva a desearlo en público, sacando así al partido
que se llama progresista de su ignominioso silencio.
Son muchas las contradicciones en las que incurre la Carta
Magna de 1978, al proclamar la igualdad de derechos ante la Ley, en sus
artículos: 1º, punto 1; 9º, punto 2; y 14º y a su vez permitir los privilegios
de la familia real, cuya existencia también es contraria a los artículos 1º;
2º, punto 1; 4º; 7º; y 21º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
que, en resumen, vienen a decir que todos los seres humanos nacemos iguales en
derechos y, por ende, no deberían nacer algunos de ellos siendo reyes, y otros
no, puesto que eso es arbitrario, discriminatorio, injusto y absurdo.
Nótese que la referencia a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos no está de más, puesto que la Carta Magna establece, en el
artículo 10º, punto 2, su carácter de guía para esclarecer la interpretación de
la propia Constitución.
Ya se han cumplido 30 años de la designación por el dictador Franco de su heredero, el Rey Juan Carlos I.
Prorrogando de este modo el golpe de estado de 1936 contra la II República
Española. La monarquía, La ley de Amnistía aprobada por el congreso en 1976 y
la Constitución de 1978 representan la continuidad franquista en el actual
sistema, autoproclamado democrático gracias a la intoxicación diaria de sus
medios de propaganda.
Prueba de ello es el silencio casi absoluto sobre la concentración contra la monarquía en Salamanca, a pesar de ello, el objetivo es
instaurar la Tercera República, fórmula de gobierno que reflejará con mayor
transparencia, equilibrio y auto-control el deseo de la sociedad de participar
en la gestión de los asuntos públicos, en base a los principios de libertad,
igualdad y fraternidad. Es muy probable que esta petición sea menospreciada,
pero "el mayor fracaso es no intentarlo". Con la crisis que vive España
y el terrible papel de la Monarquía (caza de elefantes, corrupción de
Urdangarín que afecta a la infanta aunque en este país no lo queremos ver. Todos
los directivos de Noos están imputados menos la infanta Cristina. ¡¡¡Venga ya !!!
), la gente está cansada tanto de la
clase política como de la monarquía.
Necesitamos:
- NUEVA CONSTITUCION (FIN DE LA MONARQUIA)
- FIN DE LAS AUTONOMIAS COMO ENTIDADES POLITICAS
- FIN DE LOS PRIVILEGIOS DE LOS POLITICOS
- GOBIERNO DE TECNOCRATAS HASTA SALIR DE CRISIS (COMO EN
ITALIA)
- NUEVA LEY ELECTORAL (ACABAR CON QUE PARTIDOS CON MENOS VOTOS
TENGAN
MAS ESCAÑOS QUE OTROS CON MAS VOTOS ) NI PP NI PSOE HAN CAMBIADO ESTA
LEY POR INTERES PROPIO PARA PODER PACTAR CON NACIONALISTAS CUANDO HAN
ESTADO EN
EL PODER
- ENDURECIMIENTO BRUTAL DE LEYES CONTRA CORRUPCION
- DEROGAR LEY DE REFORMA LABORAL
- MUCHAS MAS MEDIDAS. SERIA INTERMINABLE