Una última confesión
Llevo tiempo engañándome y
engañando a los que me rodean. Intento aparentar que voy adelante cuando
realmente me estoy muriendo un poco cada día. Incluso creo que mi cuerpo vive,
pero ya no hay alma en mí. No soy capaz de superar nada. Todo empezó hace cinco
años cuando enfermé y yo ya sabía que Ella se iría tarde o temprano y ya no
sería la madre de nuestros hijos. Odio mi perfecta visión del futuro. Es uno de
los dones que Dios me dio. Que desperdicio haberlo puesto en mí. Cuando ese
momento llegó, intenté provocar mi caída
a los infiernos con un accidente de moto que no fue un accidente. Fallé en mi
intento y engañé a todos. Luego decidí ir a los infiernos pero de una forma más
cobarde. Me disfracé de hombre recuperado y nuevo y me dejé llevar de una forma
inmadura por una vida alocada. Alcohol, drogas, follar con todas las tías que pudiera…. Además de destruir más mi
delicada salud y llevarme a las puertas de la muerte, he provocado terribles
situaciones que mi mente, una vez lúcida para ver las futuras consecuencias,
hubiera desechado. Esa lucidez me abandonó ahogada en el alcohol y otras
sustancias. He estado con diferentes
mujeres, he fornicado, he pecado contra Dios y contra el Amor de mi vida. Nadie
sabe lo solo que se puede estar cuando entras en esta alocada forma de huir de la vida. Y como diablo en la
tierra, he querido compañía. He engatusado y enamorado a una pequeña y dulce mujer. Una chica que ha
sufrido mucho en su pasado ha sido presa fácil para un perro de Satán como yo.
Esta es una historia sobre como el Dolor y el Amor pueden
transformar a un hombre bueno en un bastardo. Es una historia de muerte en
vida, donde el sufrimiento de uno no es castigo para sí, sino que destruye a
otros.